Se presenta al juicio el acusado, delante de un jurado implacable formado por los mas variados e importantes sentimientos de una persona, el corazón de un enamorado:
-Se le acusa de ofrecer amor incondicional a una mujer, llevando a su huésped a situaciones embarazosas y difíciles ante dicha dama, ¿como se declara?
-Si amar es un delito, entonces no tengo mas remedio que declararme culpable.-afirmo el corazón sin dudar-.
En ese caso, dictare sentencia. Póngase en pie el acusado. Señor corazón, en vista de las pruebas aportadas, y de su propia confesión, he de declararle culpable. Su pena sera amar a esa mujer durante lo que le quede de existencia, hacer que se sienta afortunada de vivir desde el momento en el que abra los ojos por la mañana hasta que los cierre por la noche, apoyarla en sus malos momentos, y compartir su felicidad en los buenos, hacerla reír hasta por la mas ínfima tontería, y conseguir que nunca el mundo vea derramar lagrimas de esos hermosas esferas, cuyos parpados forman el pequeño telón de un lindo universo que solo se encuentra en su mirada. Saber sus puntos fuertes y débiles, y librarla de todos los miedos que tenga, para que vea claro que nunca jamas estará sola, que solo usted vive para ella, que es su esclavo amoroso, y que una sola palabra suya puede llevarle a la cordura o la locura. En definitiva, amarla por lo que es, y no por lo que aparente, y hacerla sentir afortunada de cada día que este viva. ¿Tiene el acusado algún argumento en contra?
-No señoría, no creo que nunca se haya impuesto un castigo que haya de ser cumplido con tantísimo gusto como yo cumpliré el mio.
Algo así es lo que pasa cada vez que uno se enamora profundamente de una persona, tanto, que uno ya no sabe si la misión que cumple en este mundo es hacer feliz a la gente que le rodea, o vivir por y por ella, sin importarte nada mas. Realmente el amor es un sentimiento complicado y profundo, pero a la vez bello y hermoso.
¿quien alguna vez no se ha planteado el por que de las acciones que lleva a cabo el corazón? Pues aquí esta la respuesta. La razón y el corazón se enfrentan en un juicio, y nunca gana lo que seria normal, sino lo que ese caprichoso órgano que nunca razonará desea. Así que ya sabéis, mirad al cielo buscando estrellas, que algún día alguien las mirará con vosotros, y recordareis lo mucho que habéis hecho por ella, y lo poco que os ha importado el esfuerzo que ello os ha acarreado.
Un saludo, y cuidar vuestro corazón, uno nunca sabe cuando puede volverse loco irracionalmente.
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